sábado, 9 de junio de 2012

EUCARISTÍA: CUERPO Y SANGRE DE CRISTO II

 

Mc 14,12-16.22-26 

“La sangre de Cristo clama aquí en la tierra. Cuando los hombres han participado de ella, todos a una dicen: Amén. He aquí la voz inconfundible de la sangre que clama por boca de los fieles a los que ha redimido” (San Agustín. Con, Fau 12,10). 

La dinámica en la caminada del año litúrgico, es la celebración del acontecimiento de la muerte y Resurrección de Jesús. Este año no se asume por espacios determinados, ni por tiempo asignados, sino que es dinámico jalonado por la liturgia sacramental, por esta razón, es insertado  en el anunció Kerygmático  pascual y pos-pascual celebrado festivamente en conmemoración del Resucitado por el sacrificio eucarístico:
No se puede perder el horizonte que se ha venido desarrollando en el camino pascual y pos-pascual, porque el anuncio Kerygmático-pascual no ha pasado: Jesús está resucitado, sobre este aspecto es necesario recordar, que la pedagogía del año litúrgico es un continúo movimiento celebrativo de la Resurrección, es decir, la liturgia es la celebración sacramental de la Resurrección animada por el Espíritu de Dios desde la intimidad de la familia-comunidad trinitaria, revelada por Jesucristo (…) Este anuncio celebrativo del Resucitado es la clave de evangelización de la Iglesia-Pos pascual, porque del costado atravesado de Jesús en la cruz (Jn 18,34) Sangre - muerte y Agua- vida, en el espíritu (Cfr. Jn 4,14; 7,37) nace la liturgia sacramental de la Iglesia. De esta teología del costado abierto se desprende la  reflexión de algunos padres de la Iglesia que ven en este símbolo del traspasado (Jn 18,37) el surgimiento de la Iglesia y la vida sacramental de la misma: “Aunque sus palabras y sus obras la iniciaron, la iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía y realizado en la cruz. El agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signos de este comienzo y crecimiento” (LG 3), “pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia” (SC 5)[1].

Partiendo de esta reflexión teológica  se precisa que la Eucaristía es el centro de nuestra liturgia, es el camino de redención por el cual Cristo se entregó así mismo: “Tomen, esto es mi cuerpo” (Mc 14,22) “Esto es mi sangre, con lo que se confirma la alianza, sangre derramada en favor de muchos” (Mc 14,24; Cfr. Ex 24,6-8; Jr 31,31-34; Zc 9,11; Lc 22,20)[2] para el perdón de los pecados:  “Cristo se ofreció así mismo a Dios como sacrificio sin mancha, y su sangre limpia nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte (…) Por eso, Jesucristo es mediador de una nueva alianza y un nuevo testamento, pues con su muerte libra a los hombres de los pecados cometidos bajo la primera alianza, y hace posible que los que Dios ha llamado reciban la herencia eterna que Él le ha prometido” (Heb 9, 14.15)[3].
Esta alianza, es el precio de nuestra libertad, porque hemos sido salvados, recatados con precio de Sangre, con lo que fuimos  adquirido como pueblo de Dios (1Cor 6,20; 1P 1,19; 2,9-10):

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres. Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados. Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan grande beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida[4].
Desde este horizonte, en la fiesta de hoy resaltamos la presencia amorosa de la misericordia  reconciliadora de Dios trinidad que nos da la libertad en la alianza de los hijos en el Hijo, quien se hizo sacrificio una sola vez y para siempre: “Jesús ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí mismo” (Heb 7,27; 9,14; Cfr. Mc 10,45; Is 53,10). 

A modo de conclusión 

1.      La comunidad de creyentes, es la comunidad festiva, es la comunidad del encuentro de la Palabra, es la comunidad eucarística que celebra la fiesta de la penitencia y purificación, que hace memoria el acontecimientos salvífico (Mc 14,12-16.22-26; Mt 26,17-29; Lc 22,7-23; Jn 6, 25-40; 13,21-30; 1Cor 11,23-26; Dt 8, 2-16) Jesús está presente como resucitado en medio de la comunidad que celebra; él es la palabra que da vida a la comunidad en la Eucaristía (Jn 1,38-39).
2.      A Jesús, lo debemos reconocer en “la mesa de la Palabra” y en “la mesa de la Eucaristía”, es decir, que estemos llenos de Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mi, y yo vivo unido a Él” (Jn 6,54-56; Cfr. Jn 14,4-10; 1Jn 3,24).
3.      Las celebraciones eucarísticas deben responder a la acción pastoral de la comunidad de creyentes como resultado de la catequesis centrada en la persona de Jesús resucitado dentro de la Iglesia, iglesia de la misericordia, donde se vive  la presencia del espíritu del resucitado.


“El amor es el motivador de la enseñanza” (San Agustín. De Cat. Rud. 4,8)


[1] Cate. Iglesia Católica  766; Cfr. CASALINS, Guillermo. Otro Texto para no leer: Reflexión Eucaristía, Cuerpo y Sangre de Cristo Jn 6,51-58. Bogotá, Junio de 2011.
[2] La primera alianza o pacto que Dios hizo con Israel se confirmó con la sangre de animales sacrificados. Ex 24,6-8; Heb 9,18-22; Cfr. Heb 10,29; 13,20  (SBU. Biblia de estudio. Dios habla hoy, comentario a Lc 22,20). Pero con Jesús se cambia el sacrificio de animales, dando pasó a su sacrificio cruento en la cruz y su sangre derramada como símbolo de la nueva y definitiva alianza de Dios con su pueblo.
[3] Cfr. Nm 28,3; 1P 1,18-19; 1Jn 1,7; Ap 7,14
[4] Santo Tomas de Aquino. Opúsculo 57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo, Lect,1-4

jueves, 31 de marzo de 2011

“YA HAS VISTO: SOY YO CON QUIEN ESTAS HABLANDO”

JN 19,1-41

¡Oh Verdad, lumbre de mi corazón! No me hablen más mis propias tinieblas. Me abajé de ellas, y me quedé a oscuras. Pero incluso desde ellas, te amé con pasión. Anduve errante, y me acordé de ti. Oí tu llamada para que me volviera a Ti y dejara de darte la espalda”
                                           (San Agustín. Conf. 12,10)

En el Evangelio de Juan encontramos propuestas interesantes en el planteamiento que hace acerca de la presencia de Jesús en medio de los hombres, el Evangelio es muy rico en estos planteamientos y sobre todo cuando pedagógicamente nos coloca una serie de binomios de palabras: Luz-Oscuridad; Ascender-descender; Agua-Espíritu; Hijos de la luz e hijos de las tinieblas; Ceguera-Visión. Que forman parte de la pedagogía del Evangelio.
Juan pretende a diferencia de los sinóptico (Que quieren llevarnos a descubrir que aquel que pasó haciendo el bien y que los judíos mataron - Hec 2,22- Dios lo Resucitó y es reconocido por los hombres como el Hijo de Dios - Mc 15,39-) Juan plantea que El Resucitado es el que murió en la Cruz, por manifestarse como Hijo de Dios. Es la propuesta pedagógica del “YO-SOY, asumida por Jesús que es el título  con el cual la tradición bíblica del Antiguo Testamento designa el nombre y la presencia de Dios entre los hombres (Ex 3,6)
En este sentido el Evangelio de Juan plantea la intención de Jesús para rescatar al ser humano de su condición deshumana (como en el éxodo lo hace con su pueblo – Ex 3,7- ) condicionada por la interpretación de las Sagradas Escrituras de la época, Jesús toma la iniciativa de acercarse a las personas (Episodio de la Samaritana) para llevarlo a la presencia de Dios a través del seguimiento, en este contexto podemos entender este texto que nos propone la liturgia en el cuarto Domingo de Cuaresma: Un hombre ciego de nacimiento. Según la tradición de la época de Jesús, se pensaba que cualquiera que naciera con defecto físico era considerado como un pecador o por consecuencia del pecado de sus padres e incluso de las generaciones pasadas de su familia (Nm 14,18; Ex 20,4-6; 34,7)
Frente a este trato deshumanizado, Jesús ratifica su intención de mostrar la propuesta amorosa de Dios, es decir, de su manifestación en medio de los hombres (Jn 9,3) haciendo la voluntad del Padre como obras de la Luz, por eso se hacen de día, porque las obras de Dios son signo de la Luz: “Soy la luz del mundo” (Jn 9,5; Cfr. Jn 1,5-9; 8,112; Is 49,6), esto quiere simbolizar que Jesús es la verdadera Luz del mundo, la presencia de Jesús como Luz supera cualquier forma equivoca de ver e interpretar las Sagradas Escrituras- obras de la noche o de la oscuridad- que eran parte de la tradición que formaban y fomentaban en tiempo de Jesús.
En el evangelio de Juan se pretende demostrar que Jesús Resucitado es la luz del mundo, que hace pasar a los hombres de la ceguera  que les impide ver la obra de Dios a la luz de los ojos,  para que viendo crean en Él y en el que lo ha enviado (Jn 1,9-13) La luz que Jesús da para que en Él crean, es cuestionada por los hijos de la noche, de la oscuridad, quienes colocan en duda las acciones y la procedencia de Jesús (Jn 9,13-34)
Jesús en el diálogo con el que había curado de la ceguera, le manifiesta la intención que tiene al realizar la voluntad de Dios, (Vers. 3-5), pero esta vez lo hace con una sentencia a los hijos de la oscuridad: “He venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que vean se vuelvan ciegos” (Jn 19,39) Por lo tanto, el hombre curado de la ceguera ya forma parte de los hijos de la Luz porque ha creído (Jn 19,35-38) y no de los que viendo no han creído, es decir los que quedan ciegos por ser hijos de las tinieblas.
Hoy muchos de nosotros nos portamos como hijos de la oscuridad, según nos lo presenta el evangelio desde el prólogo hasta su culminación en la Resurrección, porque la intención del Evangelio como ya lo indicamos, es hacernos ver que el Resucitado es el mismo que murió en la Cruz y que es el Hijo de Dios que atrae a los hombres y mujeres hacía sí para que por medio de la luz que el Resucitado nos da, todos tengamos la oportunidad de ver y creer en Él.
Según nuestros criterios, somos creyentes y nos sentimos Católicos, es decir confundimos nuestro ser cristianos con la institución católica y desde allí pretendemos vivir sin identidad y sin compromiso. ¿Pero, en qué creemos? ¿Qué tipo de fe tenemos? ¿A quién seguimos? ¿Qué tipo de tradición asumimos? Estos interrogantes los podemos responder con las palabras de Jesús: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables” (Jn 19,41)
Es decir, nuestra culpabilidad es evidente, si conociendo y viendo no creemos, sino que preferimos la oscuridad que nos proporciona nuestra ceguera. Y los que tratan de asumir con radicalidad el seguimiento de Jesús son cuestionado por el circulo muchas veces de “creyentes en una ciega tradición” y siendo rechazados: “Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros? Y lo expulsaron de la sinagoga” (Jn 19.34) Esta realidad la vivimos dentro de una Iglesia de Jesucristo llamada a ser luz del mundo y a ser una Iglesia de la misericordia donde vivan los hijos de la luz como testigos de la luz más no como luz, sino “enviados a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad” (Jn 1,8): ¡Qué poco te ama, Señor, el que ama algo contigo y no lo ama por Ti” (San Agustín. Conf.10, 29)

lunes, 28 de marzo de 2011

EL CULTO A DIOS EN ESPÍRITU Y VIDA (Jn 4,5-42)


“Si flaqueas en el amor,  flaqueas en la alabanza”   (San Agustín. In Ps 83,8)
El acercamiento de Jesús a la humanidad se debe al proyecto pedagógico asumido en la consecución de lograr que todos los hombres sean atraídos por él desde el seguimiento, propuesta que tiene su destino en  la Cruz (Jn 3,14) alternativa de cambio y de conversión; pero surge una pregunta: ¿de qué nos convertimos y qué es lo que tenemos que cambiar? Desde la realidad que vivimos cambiamos nuestra conducta de vida de acuerdo a la convicción que hemos asumido de una vida sin Dios, a una vida en Dios y desde allí nos convertimos de una vida de pecado en la que centramos todo nuestro actuar  desde lo que somos egoístamente a una vida desde Dios y para Dios.
Pasamos de un proyecto de alejamiento de Dios a un proyecto sin pecado, de acercamiento íntimo con Dios, de un proyecto de negación de la presencia de Dios a un proyecto de asumir a Dios en nuestra vida, de vivir desde la realidad de Dios: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor” (Rm 12,19) porque esto es asumir el seguimiento como donación al Otro en el amor: “Ama a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18) porque según Pablo nos afirma que “el que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley” (Rom 13,10) en este sentido, se da el cambio de vida y la conversión del seguidor de Jesús en nuestro tiempo.
En el contexto del evangelio de Juan que nos presenta el Seguimiento desde la experiencia de la Resurrección, podemos entender el texto de la Samaritana  (Jn 4,5-42): Cuando Jesús se acerca al pozo  cansado del camino (Jn 4,6) llega una mujer de Samaria a la que le pide de beber (Debemos tener en cuenta que los Judíos y los samaritanos no se relacionaban entre sí por las circunstancias históricas que los distanció según las tradición bíblica 1R 12,1-16,34), por estas razones es la extrañeza de la mujer samaritana, frente a la petición de Jesús y luego la de los discípulos por hablar con una mujer  (Jn 4,22)
Jesús se acerca con la intención de atraer hacia sí a los seguidores (Jn 1,35-37) Según la tradición del Evangelio de Juan, no importando la procedencia  o nacionalidad del seguidor, si no que por medio de él se tengan una visión de Dios diferente a la planteada por la tradición religiosa vivida en la época.
Jesús hace un acercamiento a través del diálogo y por medio de propuestas que desconcertaban: “Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él y él te daría agua viva” (Jn 4,10) Este referente de agua viva retomado por Jesús de la tradición bíblica, es utilizado por Él como símbolo de los dones que el mismo ofrece al que cree. Esta simbología se encuentra enriquecida en la Sagradas Escrituras por (Is 55,1; Jr 2,13,17,13; Ez 47,1-9; Zc 14,8; Ap 7,17; 21,6; 22, 1.17)
La propuesta que hace Jesús acerca  del agua viva en el Evangelio de Juan está relacionada en el acontecimiento de la Cruz anunciado en el diálogo con Nicodemos: “te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3,5;  Cfr. Mt 28,19; Hec 2,38; 10,47; 1Cor 12,13; Tit 3,5) que junto al acontecimiento de la lanza que le atravesó el costado (Jn 19,31) en el cual la sangre simboliza la muerte y el agua simboliza la vida que Jesús comunica por el Espíritu (Jn 4,14; 7,37; Heb 13,12; 1Jn 1,7; 5,6-8)
La petición que hace Jesús a la mujer es abrir el camino del encuentro con Dios desde una nueva realidad en la cual es necesario nacer de nuevo (cambio y conversión) (Jn 3,5) para ir apartando todo lo que nos impedía la relación con Dios (Jn 4,16-18) Frente a esta cercanía que hace parte del proyecto pedagógico de Jesús, nosotros buscamos la lejanía y evadimos los cuestionamientos acerca de nuestra actitud de vida (Jn 3,4) y lo tratamos de diluir proponiendo una actividad cultual fuera muchas veces de contexto (Jn 4,19-20) evadiendo así la responsabilidad con distractores para no asumir las palabra de Jesús.
La pedagogía de Jesús en el evangelio de Juan es hacernos ver que el culto a Dios no lo podemos centrar en un lugar determinado, sino que es una actividad que nace de la convicción del corazón y conforme al Espíritu de Dios para adorar al Padre: “Créeme, mujer, que llega la hora en que ustedes adoraran al padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén…Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios” (Jn 4,21.23)
La centralidad en el culto que se debe dar con el corazón conforme al Espíritu, nos abre la posibilidad de no perder la perspectiva del Dios de Jesús, que se da para siempre, como un torrente de aguas vivas, hasta la vida eterna (Jn 4,14; Cfr. Jn 7,37-39) y siempre desde este horizonte tendremos deseos de esta agua viva que nos da Jesús para no volver a sentir sed, sino tener sed de Dios, porque tendremos un encuentro cultual a Dios, no dé lugar, sino de corazón para transformar nuestra vida anterior, simbolizada en el cántaro dejado en el lugar del diálogo, el cual impedía llenarnos interiormente de Dios, por esta razón, es necesario dejarlo para salir corriendo a llamar a la gente que vinieran a ver al profeta que había evidenciado la lejanía hacia Dios: “Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo” (Jn 4,30; Cfr.1,39)
Nosotros debemos descentrar nuestro culto de lugares estáticos y centrar el culto a Dios, desde nuestro corazón y que en verdad podamos cambiar y convertirnos, para llevar esta propuesta a nuestros hermanos para que vengan y vean, y viniendo puedan ver y creer en el Mesías, que está frente a nosotros para enseñarnos todo (Jn 4,25) haciendo la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra (Jn 4,34) en medio de los hombres: “No te desparrame. Concéntrate en tu intimidad. La verdad reside en el hombre interior” (San Agustín. De Ver.Rel. 39,72)

lunes, 14 de marzo de 2011

UN CAMINO SIN TENTACIÓN


“Si queremos vivir bien, amemos más lo que nos promete Dios que lo que nos promete el mundo”     (San Agustín. Serm. 32,14)

En el camino que cada ser humano debe recorrer en este tiempo de Cuaresma encontramos muchas propuestas que de una u otra manera deben marcar nuestra forma de actuar, de pensar y de abrir posibilidades de conversión (Mc 1,15) desde la perspectiva del seguimiento de Jesús. En el inicio de cuaresma en el Evangelio (Mt 6,1-6.16-18) se nos presentan las pautas para recorrer este camino del seguimiento: Limosna (Solidaridad) Oración-Penitencia, Ayuno-compartir, estos tres elementos fundamentales nos brindan nuevas alternativas en este tiempo, pero nosotros hemos reducido todo esto a simples prácticas sin sentido y muchas veces son reducidas a elementos gastronómicos y la cuaresma es algo más, por eso  es necesario que sumamos en verdad los retos que nos plantea la fe como seguidores de Jesús dentro de la Iglesia católica. Este tiempo de cuaresma apunta más hacia la misericordia y el amor en que debemos aprender lo que significa misericordia y no sacrificio: “Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas” (Mt 9,13; Cfr 12,6; Os 6,6).
Pero a pesar de tener la palabra de Dios que nos muestra el camino  que debemos seguir hacia la conversión, muchas cosas nos llaman para que nosotros sigamos al camino de la tentación y de asumir proyectos diferentes al querer de Dios:
1.      Queremos que Dios supla nuestras necesidades, pretendemos que Dios asuma nuestro deber de buscar nuestro sustento para un desarrollo sostenible o que muchos se rindan a nuestros intereses e incluso pretendemos que el mismo Dios sea el responsable de la responsabilidad que no somos capaces de asumir: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes."(Mt 4,3) Dios no puede suplir nuestras necesidades humanas, muchas veces queremos que Dios haga por mí lo que no soy capaz de hacer, ni por mí, ni por los demás, por eso frente a esto la postura es la asumida por Jesús: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."(Mt 4,4 Cfr Dt 8,3) esta es la alternativa que nos brinda la presencia de Jesús en nuestra vida y nosotros muchas veces, caminamos en contravía dentro de la Iglesia católica y más aún dentro del cristianismo.
2.      Muchas veces queremos probar a Dios: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras" (Mt 4,6; Cfr Sal 91, 11-12) Esta afirmación quiere que nosotros seamos capaces de asumir una alternativa diferente a lo que Dios quiere en nuestra vida, querer que Dios asuma por nosotros la tarea de construir un  frente de solidaridad con los más necesitados, nosotros como seres humanos buscamos privilegios asumimos caminos de injusticias y de explotación y someternos a los demás, por nuestra actitudes y por nuestras posturas que ostentan poder para contrarrestar la presencia de Dios, queremos ser de dios creando  conductas irreconciliable en los demás, frente a esto Jesús da una respuesta concreta: Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios” (Mt 4,7; Cfr. Dt 6,16).
3.      Ambición: en nuestra condición humana la tentación del poder corrompe y es un camino contrario al querer de Dios, la ambición de poder corrompe el corazón y el pensar humano. El poder entendido como una forma de ambición y de corrupción, ha anquilosado al ser humano, “el hombre anquilosado en su propio poder se vuelve esclavo de sus propias costumbres volviéndose un dictador de sí mismo y de los demás” y es foco  de corrupción: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras" (Mt 4,8) Frente a esto la respuesta de Jesús es claro: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”(Mt 4,10,Cfr. Dt 6,13) Este es el camino que debemos recorrer, para que nuestro ser como religioso cristiano dentro de la Iglesia Católica no se quede en meros formalismos, que es en el fondo lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida para no asumir la responsabilidad que nos corresponde desde el seguimiento de Jesús.
Que nuestro caminar sea un llamado a responder desde nuestra responsabilidad como bautizados  y desde nuestra convicción como seguidores de Jesús y dentro de una institución católica que abre los espacios para vivir de acuerdo al caminar de Dios. Por esta razón ya no es el tiempo de estar a medias, sino de asumir el compromiso que nos corresponde desde nuestra fe y desde la propuesta que nos plantea Jesús en los Evangelios, o nos convertimos de una vez para siempre o seguimos intentándolo toda la vida y sin asumir un reto que en verdad responda al querer de Dios plateado en la tradición bíblica: “Preferible, sin duda, es ir por el camino aun cojeando, a ir bravamente fuera del camino” (San Agustín. Serm. 141,4).

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿QUÉ ES LO QUÉ NOSOTROS QUEREMOS DE DIOS?



“Hijo mío, no niegues su pan al pobre; no hagas esperar al que te mira con ojos suplicantes.  No apenes al que tiene hambre, ni hagas enojarse a un indigente.  No discutas con el desesperado, ni dejes que el necesitado suspire por tu limosna.  No eches al mendigo agobiado por su miseria, ni le des la espalda al pobre.  No des la espalda al que está necesitado, ni des a alguien un motivo para que te maldiga. Pues si alguien te maldice movido por su amargura, El que lo ha creado escuchará su súplica. Haz que la comunidad hable bien de ti, (...) Atiende al pobre, respóndele con serenidad, dile palabras amables. Libra al oprimido de manos del opresor, y no seas blando cuando hagas justicia. Sé cómo un padre para el huérfano y como un marido para su madre. Entonces serás como un Hijo del Altísimo, te amará más que tu propia madre”. (Eclo 4,1-10)


Ya muy pronto comenzamos otro tiempo de reflexión, de penitencia, de ayuno y de limosna, que es lo que nosotros los cristianos dentro de la institución católica llamamos tiempo de Cuaresma. Tradicionalmente hemos celebrado este tiempo con tres referentes que deber cumplir cabalmente y con acierto: “Ayuno, penitencia y limosna”. ¿Pero qué significan éstos para el mundo cristiano católico? En los dos años anteriores en este blog se ha explicado, pero muchas veces se nos olvida. ¿Cuántas cuaresma a lo largo de nuestra vida hemos celebrado? Y No sólo celebrado, ¿Cuántas cuaresmas hemos vivido? Si hacemos una reflexión al respecto, también nos podemos preguntar ¿el por qué no asumimos con lealtad y sinceridad nuestro propósito en este tiempo?

1.      Miércoles de Ceniza, más que un acto de penitencia y de cambio que es lo que simboliza la cruz  marcada con ceniza en la frente, se ha convertido en mero formalismo de un ritual que sencillamente es necesario cumplir, pero en realidad no cambiamos, seguimos en los mismos desordenes interiores, como diría San Agustín seguimos en el turismo exterior, pero no hacemos el turismo interior. Esto ha creado un mundo sin referente de cambio, simplemente nos quedamos con el formalismo. Si nosotros pudiéramos entender el sentido espiritual que tiene la ceniza, podríamos hacer el propósito de purificar nuestra vida, para acercarnos más a Dios y al otro y ser prójimo de nuestros hermanos necesitados. La purificación de corazón, de mente y de todo nuestro ser, es propuesto por la tradición bíblica (Ver Isaías, Ezequiel, Joel, Sofonías y todas las reflexiones del Nuevo Testamento) son bellísimas propuestas, pero a la vez cuestionadoras frente a nuestra forma de actuar y de pensar. El miércoles de Ceniza con el símbolo de la cruz en la frente con ceniza es para cambiar, pero este cambio debe darse ya.

2.      Viernes de Cuaresma, caminamos con la esperanza que nosotros los cristianos podamos comprender que nuestro compromiso no es atentar contra el otro, que es mi hermano, que es creatura de Dios “Imagen y Semejanza de Dios”, que por lo tanto, estos días son más para que reflexionemos sobre este compromiso que tenemos con los otros. El llamado es a vivir solidariamente, que el ayuno, la penitencia y la limosna están destinados al compartir con los más necesitados: “Hijo mío, no niegues su pan al pobre; no hagas esperar al que te mira con ojos suplicantes”, la penitencia es a arrepentirnos con el propósito de no volver a cometer ningún acto que atente contra los demás. Hoy existen muchas prácticas dentro de la Iglesia que en verdad deben revisarse, estás se han convertido en prácticas sin sentido en muchos casos y muchas veces se han convertido en ritualismo, por ejemplo comer pescado en estos días como acto de penitencia, ya que el sentido de la contrición de corazón que nos exige la tradición bíblica y el Magisterio no es cuestión de gastronomía, sino de corazón.

3.      Semana Santa, camino que todos los cristianos debemos recorrer hacia la pedagogía de la Cruz, esta es nuestra identidad como seguidores de Jesús el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que aún hoy sigue mostrando el camino que nosotros queremos desconocer. Semana de reflexión que muchas veces, hemos convertido en peregrinaciones vacías, sentimos gran regocijo cuando se llenan los templos, sale mucha gente a procesión y hasta contamos cuantas personas comulgan por el número de hostias consagradas que se repartieron en las celebraciones. Hoy es necesario que nosotros comprendamos que nuestra misión  es hacia un camino de conversión, desde la pedagogía de la Cruz, recordemos que esta pedagogía no se queda en el camino y en el monte Gólgota, sino que continua en la Resurrección, la losa abierta abre las posibilidades de mirar y ser testigos de la Resurrección como encuentro y esperanza de cambio y de conversión.

4.       Misión continental, estamos llamados a vivir un nuevo horizonte frente a estos momentos cruciales de la Iglesia latinoamericana después de Aparecida, todos nosotros como Iglesia de Jesucristo a ser  Discípulos Misioneros testigos de Jesús Resucitado, que sale al encuentro de la humanidad como en el camino de Emaús y todos estos aspectos que hemos analizado anteriormente deben ser revisados para que esta misión tenga los frutos necesarios y de las posibilidades de desarrollar familias comprometidas con la fe: LA META, HA DE SER LA FORMACIÓN DE  COMUNIDADES-FAMILIAS, COMO NOS LO  PRESENTA EL EVANGELIO DE MARCOS EN  3, 31-35: FAMILIA QUE SE FORMAN DESDE LOS LAZOS DE FRATERNIDAD, QUE SE DAN POR LA ADHESIÓN A JESÚS, AL ESCUCHAR SU PALABRA Y HACER LA VOLUNTAD DE DIOS: ES  LA FAMILIA QUE: BUSCA A JESÚS (V.31). QUE MOTIVA LA BÚSQUEDA (V.32). QUE ESCUCHA LA PALABRA QUE CUESTIONA (V. 33). QUE CREA ESPECTATIVAS (V.34). QUE CREA NUEVAS RELACIONES (V.34).  ES LA FAMILIA QUE NACE DEL VÍNCULO DE LA PALABRA Y QUE HACE LA VOLUNTAD DE DIOS. (V. 35)”.

«Haz lo que debes hacer. Y hazlo bien. Esta es la única norma para alcanzar la perfección» (San Agustín, In Ps. 34, 2,16)

lunes, 22 de noviembre de 2010

PEDAGOGIA DE JESUS EN EL CAMINO DE EMAUS


Conocimiento y denuncia de la realidad

Lucas 24, 13-35

Jesús toma la iniciativa saliendo al encuentro de los discípulos en el camino, características de los evangelios sinópticos, las enseñanzas y el acompañamiento de  de Jesús se dan por lo general en el camino, el camino es propuesta de seguimiento y de encuentro, es un llamado de fe, Jesús camina al lado de la comunidad. La comunidad toma conciencia de la realidad, sus aspiraciones y sus frustraciones ya que su líder había muerto en el camino se nos manifiesta como estamos frente a la persona de Jesús. La comunidad que en él había puesto sus ilusiones, sus esperanzas ha perdido estas esperanzas y estas ilusiones, él no es lo que esperaban en sus intenciones, buscaban un líder político y no alguien que les enseñara el camino del Amor del Padre, esto no los llenó en sus aspiraciones. 
Así muchas veces nos sentimos nosotros, desterrados, alejados de nuestras aspiraciones, queremos que la realidad sea totalmente distinta que muchas veces se ajuste a nuestras exigencias, que Dios se amolde a nuestra forma de pensar y de actuar, queremos un Dios que justifique los principios que hemos inventado para poder vivir a nuestra manera. El recorrido del camino ya no es prioritario porque conduce a la derrota y al desconocimiento del que camina a nuestro lado porque no permitimos ver más allá de la frustración que ha producido la desesperanza y la desilusión de no ver cumplida las expectativas que nos motivaban a caminar, nuestra caminada no tiene sentido y es contraria a la vivencia que teníamos. 
La derrota es el paso más fácil que se asume, la lucha ya no tiene sentido, el cambio de vida queda solo en propuestas que se han perdido con la muerte del líder, para ellos la posibilidad del cambio no tiene sentido. El camino no es presencia de esperanza, ahora es camino de arrastre, todo ha sido en vano, porque el que sale al encuentro no conoce la realidad, es un desconocido que no ha sabido de los últimos acontecimientos, solo es otro más que ha huido para resignarse en el fracaso, en la derrota de una posibilidad que no tiene ninguna explicación. 
Nosotros muchas veces sentimos que todo a nuestro alrededor queda sin piso, que todo ha sido en vano, incluso sentimos que estamos abandonado por Dios, que todos nuestras esperanzas y nuestros sueños no  llenaron nuestros deseos, perdiendo de esta manera, toda esperanza, Jesús ya no significa nada en nuestra lucha por cambiar, por muchos intentos que hagamos por cambiar no lo conseguimos, las pedagogía del camino ya no tiene el mismo sentido porque no hay la posibilidad de recuperar la esperanza y las ilusiones. 
Jesús ha muerto y con su muerte también nosotros perdimos el rumbo, nuestra realidad se ha truncado porque en lo que teníamos la esperanza de cambio y que nos siguiera instruyendo por el camino ya no está, simplemente estamos fuera del camino, salimos para huir de la frustración y  del dolor. Salimos a buscar otro camino en el cual posamos experimentar ya no la sensación del cambio, sino la sensación del alejamiento y de la espera que venga otro a guiarnos:

“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: ¿qué discutían entre ustedes por el camino? Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella? Él les dijo: ¿Qué cosas? Ellos le dijeron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería  Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron”. Lc. 24,13-24