jueves, 31 de marzo de 2011

“YA HAS VISTO: SOY YO CON QUIEN ESTAS HABLANDO”

JN 19,1-41

¡Oh Verdad, lumbre de mi corazón! No me hablen más mis propias tinieblas. Me abajé de ellas, y me quedé a oscuras. Pero incluso desde ellas, te amé con pasión. Anduve errante, y me acordé de ti. Oí tu llamada para que me volviera a Ti y dejara de darte la espalda”
                                           (San Agustín. Conf. 12,10)

En el Evangelio de Juan encontramos propuestas interesantes en el planteamiento que hace acerca de la presencia de Jesús en medio de los hombres, el Evangelio es muy rico en estos planteamientos y sobre todo cuando pedagógicamente nos coloca una serie de binomios de palabras: Luz-Oscuridad; Ascender-descender; Agua-Espíritu; Hijos de la luz e hijos de las tinieblas; Ceguera-Visión. Que forman parte de la pedagogía del Evangelio.
Juan pretende a diferencia de los sinóptico (Que quieren llevarnos a descubrir que aquel que pasó haciendo el bien y que los judíos mataron - Hec 2,22- Dios lo Resucitó y es reconocido por los hombres como el Hijo de Dios - Mc 15,39-) Juan plantea que El Resucitado es el que murió en la Cruz, por manifestarse como Hijo de Dios. Es la propuesta pedagógica del “YO-SOY, asumida por Jesús que es el título  con el cual la tradición bíblica del Antiguo Testamento designa el nombre y la presencia de Dios entre los hombres (Ex 3,6)
En este sentido el Evangelio de Juan plantea la intención de Jesús para rescatar al ser humano de su condición deshumana (como en el éxodo lo hace con su pueblo – Ex 3,7- ) condicionada por la interpretación de las Sagradas Escrituras de la época, Jesús toma la iniciativa de acercarse a las personas (Episodio de la Samaritana) para llevarlo a la presencia de Dios a través del seguimiento, en este contexto podemos entender este texto que nos propone la liturgia en el cuarto Domingo de Cuaresma: Un hombre ciego de nacimiento. Según la tradición de la época de Jesús, se pensaba que cualquiera que naciera con defecto físico era considerado como un pecador o por consecuencia del pecado de sus padres e incluso de las generaciones pasadas de su familia (Nm 14,18; Ex 20,4-6; 34,7)
Frente a este trato deshumanizado, Jesús ratifica su intención de mostrar la propuesta amorosa de Dios, es decir, de su manifestación en medio de los hombres (Jn 9,3) haciendo la voluntad del Padre como obras de la Luz, por eso se hacen de día, porque las obras de Dios son signo de la Luz: “Soy la luz del mundo” (Jn 9,5; Cfr. Jn 1,5-9; 8,112; Is 49,6), esto quiere simbolizar que Jesús es la verdadera Luz del mundo, la presencia de Jesús como Luz supera cualquier forma equivoca de ver e interpretar las Sagradas Escrituras- obras de la noche o de la oscuridad- que eran parte de la tradición que formaban y fomentaban en tiempo de Jesús.
En el evangelio de Juan se pretende demostrar que Jesús Resucitado es la luz del mundo, que hace pasar a los hombres de la ceguera  que les impide ver la obra de Dios a la luz de los ojos,  para que viendo crean en Él y en el que lo ha enviado (Jn 1,9-13) La luz que Jesús da para que en Él crean, es cuestionada por los hijos de la noche, de la oscuridad, quienes colocan en duda las acciones y la procedencia de Jesús (Jn 9,13-34)
Jesús en el diálogo con el que había curado de la ceguera, le manifiesta la intención que tiene al realizar la voluntad de Dios, (Vers. 3-5), pero esta vez lo hace con una sentencia a los hijos de la oscuridad: “He venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que vean se vuelvan ciegos” (Jn 19,39) Por lo tanto, el hombre curado de la ceguera ya forma parte de los hijos de la Luz porque ha creído (Jn 19,35-38) y no de los que viendo no han creído, es decir los que quedan ciegos por ser hijos de las tinieblas.
Hoy muchos de nosotros nos portamos como hijos de la oscuridad, según nos lo presenta el evangelio desde el prólogo hasta su culminación en la Resurrección, porque la intención del Evangelio como ya lo indicamos, es hacernos ver que el Resucitado es el mismo que murió en la Cruz y que es el Hijo de Dios que atrae a los hombres y mujeres hacía sí para que por medio de la luz que el Resucitado nos da, todos tengamos la oportunidad de ver y creer en Él.
Según nuestros criterios, somos creyentes y nos sentimos Católicos, es decir confundimos nuestro ser cristianos con la institución católica y desde allí pretendemos vivir sin identidad y sin compromiso. ¿Pero, en qué creemos? ¿Qué tipo de fe tenemos? ¿A quién seguimos? ¿Qué tipo de tradición asumimos? Estos interrogantes los podemos responder con las palabras de Jesús: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables” (Jn 19,41)
Es decir, nuestra culpabilidad es evidente, si conociendo y viendo no creemos, sino que preferimos la oscuridad que nos proporciona nuestra ceguera. Y los que tratan de asumir con radicalidad el seguimiento de Jesús son cuestionado por el circulo muchas veces de “creyentes en una ciega tradición” y siendo rechazados: “Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros? Y lo expulsaron de la sinagoga” (Jn 19.34) Esta realidad la vivimos dentro de una Iglesia de Jesucristo llamada a ser luz del mundo y a ser una Iglesia de la misericordia donde vivan los hijos de la luz como testigos de la luz más no como luz, sino “enviados a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad” (Jn 1,8): ¡Qué poco te ama, Señor, el que ama algo contigo y no lo ama por Ti” (San Agustín. Conf.10, 29)

lunes, 28 de marzo de 2011

EL CULTO A DIOS EN ESPÍRITU Y VIDA (Jn 4,5-42)


“Si flaqueas en el amor,  flaqueas en la alabanza”   (San Agustín. In Ps 83,8)
El acercamiento de Jesús a la humanidad se debe al proyecto pedagógico asumido en la consecución de lograr que todos los hombres sean atraídos por él desde el seguimiento, propuesta que tiene su destino en  la Cruz (Jn 3,14) alternativa de cambio y de conversión; pero surge una pregunta: ¿de qué nos convertimos y qué es lo que tenemos que cambiar? Desde la realidad que vivimos cambiamos nuestra conducta de vida de acuerdo a la convicción que hemos asumido de una vida sin Dios, a una vida en Dios y desde allí nos convertimos de una vida de pecado en la que centramos todo nuestro actuar  desde lo que somos egoístamente a una vida desde Dios y para Dios.
Pasamos de un proyecto de alejamiento de Dios a un proyecto sin pecado, de acercamiento íntimo con Dios, de un proyecto de negación de la presencia de Dios a un proyecto de asumir a Dios en nuestra vida, de vivir desde la realidad de Dios: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor” (Rm 12,19) porque esto es asumir el seguimiento como donación al Otro en el amor: “Ama a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18) porque según Pablo nos afirma que “el que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley” (Rom 13,10) en este sentido, se da el cambio de vida y la conversión del seguidor de Jesús en nuestro tiempo.
En el contexto del evangelio de Juan que nos presenta el Seguimiento desde la experiencia de la Resurrección, podemos entender el texto de la Samaritana  (Jn 4,5-42): Cuando Jesús se acerca al pozo  cansado del camino (Jn 4,6) llega una mujer de Samaria a la que le pide de beber (Debemos tener en cuenta que los Judíos y los samaritanos no se relacionaban entre sí por las circunstancias históricas que los distanció según las tradición bíblica 1R 12,1-16,34), por estas razones es la extrañeza de la mujer samaritana, frente a la petición de Jesús y luego la de los discípulos por hablar con una mujer  (Jn 4,22)
Jesús se acerca con la intención de atraer hacia sí a los seguidores (Jn 1,35-37) Según la tradición del Evangelio de Juan, no importando la procedencia  o nacionalidad del seguidor, si no que por medio de él se tengan una visión de Dios diferente a la planteada por la tradición religiosa vivida en la época.
Jesús hace un acercamiento a través del diálogo y por medio de propuestas que desconcertaban: “Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él y él te daría agua viva” (Jn 4,10) Este referente de agua viva retomado por Jesús de la tradición bíblica, es utilizado por Él como símbolo de los dones que el mismo ofrece al que cree. Esta simbología se encuentra enriquecida en la Sagradas Escrituras por (Is 55,1; Jr 2,13,17,13; Ez 47,1-9; Zc 14,8; Ap 7,17; 21,6; 22, 1.17)
La propuesta que hace Jesús acerca  del agua viva en el Evangelio de Juan está relacionada en el acontecimiento de la Cruz anunciado en el diálogo con Nicodemos: “te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3,5;  Cfr. Mt 28,19; Hec 2,38; 10,47; 1Cor 12,13; Tit 3,5) que junto al acontecimiento de la lanza que le atravesó el costado (Jn 19,31) en el cual la sangre simboliza la muerte y el agua simboliza la vida que Jesús comunica por el Espíritu (Jn 4,14; 7,37; Heb 13,12; 1Jn 1,7; 5,6-8)
La petición que hace Jesús a la mujer es abrir el camino del encuentro con Dios desde una nueva realidad en la cual es necesario nacer de nuevo (cambio y conversión) (Jn 3,5) para ir apartando todo lo que nos impedía la relación con Dios (Jn 4,16-18) Frente a esta cercanía que hace parte del proyecto pedagógico de Jesús, nosotros buscamos la lejanía y evadimos los cuestionamientos acerca de nuestra actitud de vida (Jn 3,4) y lo tratamos de diluir proponiendo una actividad cultual fuera muchas veces de contexto (Jn 4,19-20) evadiendo así la responsabilidad con distractores para no asumir las palabra de Jesús.
La pedagogía de Jesús en el evangelio de Juan es hacernos ver que el culto a Dios no lo podemos centrar en un lugar determinado, sino que es una actividad que nace de la convicción del corazón y conforme al Espíritu de Dios para adorar al Padre: “Créeme, mujer, que llega la hora en que ustedes adoraran al padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén…Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios” (Jn 4,21.23)
La centralidad en el culto que se debe dar con el corazón conforme al Espíritu, nos abre la posibilidad de no perder la perspectiva del Dios de Jesús, que se da para siempre, como un torrente de aguas vivas, hasta la vida eterna (Jn 4,14; Cfr. Jn 7,37-39) y siempre desde este horizonte tendremos deseos de esta agua viva que nos da Jesús para no volver a sentir sed, sino tener sed de Dios, porque tendremos un encuentro cultual a Dios, no dé lugar, sino de corazón para transformar nuestra vida anterior, simbolizada en el cántaro dejado en el lugar del diálogo, el cual impedía llenarnos interiormente de Dios, por esta razón, es necesario dejarlo para salir corriendo a llamar a la gente que vinieran a ver al profeta que había evidenciado la lejanía hacia Dios: “Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo” (Jn 4,30; Cfr.1,39)
Nosotros debemos descentrar nuestro culto de lugares estáticos y centrar el culto a Dios, desde nuestro corazón y que en verdad podamos cambiar y convertirnos, para llevar esta propuesta a nuestros hermanos para que vengan y vean, y viniendo puedan ver y creer en el Mesías, que está frente a nosotros para enseñarnos todo (Jn 4,25) haciendo la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra (Jn 4,34) en medio de los hombres: “No te desparrame. Concéntrate en tu intimidad. La verdad reside en el hombre interior” (San Agustín. De Ver.Rel. 39,72)

lunes, 14 de marzo de 2011

UN CAMINO SIN TENTACIÓN


“Si queremos vivir bien, amemos más lo que nos promete Dios que lo que nos promete el mundo”     (San Agustín. Serm. 32,14)

En el camino que cada ser humano debe recorrer en este tiempo de Cuaresma encontramos muchas propuestas que de una u otra manera deben marcar nuestra forma de actuar, de pensar y de abrir posibilidades de conversión (Mc 1,15) desde la perspectiva del seguimiento de Jesús. En el inicio de cuaresma en el Evangelio (Mt 6,1-6.16-18) se nos presentan las pautas para recorrer este camino del seguimiento: Limosna (Solidaridad) Oración-Penitencia, Ayuno-compartir, estos tres elementos fundamentales nos brindan nuevas alternativas en este tiempo, pero nosotros hemos reducido todo esto a simples prácticas sin sentido y muchas veces son reducidas a elementos gastronómicos y la cuaresma es algo más, por eso  es necesario que sumamos en verdad los retos que nos plantea la fe como seguidores de Jesús dentro de la Iglesia católica. Este tiempo de cuaresma apunta más hacia la misericordia y el amor en que debemos aprender lo que significa misericordia y no sacrificio: “Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas” (Mt 9,13; Cfr 12,6; Os 6,6).
Pero a pesar de tener la palabra de Dios que nos muestra el camino  que debemos seguir hacia la conversión, muchas cosas nos llaman para que nosotros sigamos al camino de la tentación y de asumir proyectos diferentes al querer de Dios:
1.      Queremos que Dios supla nuestras necesidades, pretendemos que Dios asuma nuestro deber de buscar nuestro sustento para un desarrollo sostenible o que muchos se rindan a nuestros intereses e incluso pretendemos que el mismo Dios sea el responsable de la responsabilidad que no somos capaces de asumir: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes."(Mt 4,3) Dios no puede suplir nuestras necesidades humanas, muchas veces queremos que Dios haga por mí lo que no soy capaz de hacer, ni por mí, ni por los demás, por eso frente a esto la postura es la asumida por Jesús: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."(Mt 4,4 Cfr Dt 8,3) esta es la alternativa que nos brinda la presencia de Jesús en nuestra vida y nosotros muchas veces, caminamos en contravía dentro de la Iglesia católica y más aún dentro del cristianismo.
2.      Muchas veces queremos probar a Dios: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras" (Mt 4,6; Cfr Sal 91, 11-12) Esta afirmación quiere que nosotros seamos capaces de asumir una alternativa diferente a lo que Dios quiere en nuestra vida, querer que Dios asuma por nosotros la tarea de construir un  frente de solidaridad con los más necesitados, nosotros como seres humanos buscamos privilegios asumimos caminos de injusticias y de explotación y someternos a los demás, por nuestra actitudes y por nuestras posturas que ostentan poder para contrarrestar la presencia de Dios, queremos ser de dios creando  conductas irreconciliable en los demás, frente a esto Jesús da una respuesta concreta: Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios” (Mt 4,7; Cfr. Dt 6,16).
3.      Ambición: en nuestra condición humana la tentación del poder corrompe y es un camino contrario al querer de Dios, la ambición de poder corrompe el corazón y el pensar humano. El poder entendido como una forma de ambición y de corrupción, ha anquilosado al ser humano, “el hombre anquilosado en su propio poder se vuelve esclavo de sus propias costumbres volviéndose un dictador de sí mismo y de los demás” y es foco  de corrupción: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras" (Mt 4,8) Frente a esto la respuesta de Jesús es claro: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”(Mt 4,10,Cfr. Dt 6,13) Este es el camino que debemos recorrer, para que nuestro ser como religioso cristiano dentro de la Iglesia Católica no se quede en meros formalismos, que es en el fondo lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida para no asumir la responsabilidad que nos corresponde desde el seguimiento de Jesús.
Que nuestro caminar sea un llamado a responder desde nuestra responsabilidad como bautizados  y desde nuestra convicción como seguidores de Jesús y dentro de una institución católica que abre los espacios para vivir de acuerdo al caminar de Dios. Por esta razón ya no es el tiempo de estar a medias, sino de asumir el compromiso que nos corresponde desde nuestra fe y desde la propuesta que nos plantea Jesús en los Evangelios, o nos convertimos de una vez para siempre o seguimos intentándolo toda la vida y sin asumir un reto que en verdad responda al querer de Dios plateado en la tradición bíblica: “Preferible, sin duda, es ir por el camino aun cojeando, a ir bravamente fuera del camino” (San Agustín. Serm. 141,4).